La salud mental en el siglo XXIV
Gracias a las estadísticas de mortalidad, sabemos que durante el último siglo la esperanza de vida del hombre ha aumentado como nunca lo había hecho, aunque no siempre ha sido así para los pobres del planeta, que siguen sucumbiendo fácilmente a las habituales enfermedades mortíferas. Mediante instrumentos como los AVAD (años de vida ajustados en función de la discapacidad) podemos analizar no tanto la forma de morir como la forma de vivir de la gente. La ventaja de los AVAD es que nos permiten cuantificar no solo el número de defunciones sino también las consecuencias de las muertes prematuras y las discapacidades en una determinada población, combinando ambos factores en un solo indicador de la carga global de morbilidad.
Con este cambio de perspectiva, algunas
de las enfermedades mas mortíferas, como el
paludismo y la tuberculosis, mantienen su
hegemonía. Sin embargo, las enfermedades
mentales adquieren de repente una mucho
mayor dimensión. Pueden no ser mortales de
por sí, pero provocan discapacidades prolongadas
tanto en los países ricos como en los
pobres, y van en aumento.
¿Por qué? Por muchas razones. La
primera es que, con el aumento de la
esperanza de vida, el cuerpo a menudo resiste
mejor que la mente. Esto se manifiesta en los
AVAD perdidos a causa de la enfermedad de
Alzheimer y de otros tipos de demencia. La
segunda explicación es que muchas sociedades
y comunidades que habitualmente apoyaban
a sus miembros más necesitados a
través de los vínculos familiares y sociales
ahora tienen muchos más problemas para
hacerlo. En tercer lugar, no hay que olvidar
los efectos obvios de las situaciones de guerra
civil y de caos, así como las amenazas más
sutiles que a juicio de un colaborador del
Boletín, constituyen «los cambios radicales de
la sociedad en materia de tecnología, los
cambios experimentados por los pilares y
entramados familiares y sociales, y la comercialización
de la existencia, factores que
podrían explicar la actual epidemia de
depresiones y de otros trastornos psiquiátricos
» (1). Estos factores, que considerados
por separado pueden ser neutrales o beneficiosos,
pueden agravar un entorno ya de por
Sí hostil para la salud mental.